lunes, 23 de septiembre de 2013

La Dormición de la Santísima Virgen


El 15 de agosto es la fiesta de la Dormición de la Madre de Dios (su muerte). Los cristianos ortodoxos ayunan durante dos semanas antes de esta gran fiesta y la celebran con gran solemnidad. Hace poco un lector preguntó acerca de la “virginidad perpetua" de María. Estoy ofreciendo este pequeño artículo para abordar esta cuestión y buscar el lugar de la Santísima Madre de Dios en la fe y la vida ortodoxa.

 

Yo soy siempre reacio a escribir sobre el misterio de la Madre de Dios. Hay pocas cosas dentro de la Iglesia Ortodoxa que se celebran con más intensidad, mientras que a la misma vez no se comprenden y, en ocasiones, son vilipendiadas por los que están fuera de la Iglesia. Originalmente estas doctrinas y devociones no formaban parte de la kerygma o predicación más común y pública de la Iglesia. San Marcos y San Juan no tienen relatos del nacimiento de Cristo, a pesar de que San Juan contiene algunos de los materiales más profundamente importantes en los que respecta a la Madre de Dios. San Pablo parece tener una sola referencia sobre María (Gálatas 4:4).

 

La Iglesia primitiva hizo una clara distinción entre su kerygma y las cosas que se celebraban como misterios. Los misterios eran en gran parte tácitos, aunque aceptados como verdaderos y encarnados en la vida, la oración y la liturgia de la Iglesia. La razón de los misterios como misterios fue variada. En algunos casos, ciertas enseñanzas se celebraban en voz baja para que no causaran demasiado escándalo en la predicación del evangelio. En otros casos, algunas enseñanzas fueron tácitas, porque eran muy difíciles de hablarlas - estaban más allá de las palabras. Entre estas últimas enseñanzas estaría la doctrina de la Santísima Trinidad. Si bien absolutamente fundamental para la fe cristiana, esta enseñanza estaba implícita con frecuencia a través de los escritos del Nuevo Testamento, pero nunca declarada en franca y definitiva manera hasta el siglo IV. La Ortodoxia sostiene que la doctrina no fue el producto del desarrollo ni de la evolución, pero se sabía desde el principio, aunque el idioma en el que se expresaba era todavía desconocido. La Iglesia no podía haber reconocido el arrianismo como una herejía si no hubiera ya sabido la verdad tal y como se encuentra en la Ortodoxia, ni podría haber reconocido la verdad tal y como se habla en el Credo de Nicea y por santos como Atanasio.

 

Dicho esto, les ofrezco algunas observaciones prudentes sobre los dogmas ortodoxos y los acuerdos de devoción sobre la Madre de Dios. Una pregunta fue hecha en la doctrina ortodoxa de la virginidad perpetua de María y de los problemas planteados por Mateo 1:25 "[y] José no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito."

 

La doctrina de la virginidad perpetua de María (que ella permaneció virgen toda su vida), curiosamente, fue casi universal en su aceptación dentro de la Iglesia primitiva, y defendida incluso por Juan Calvino, Ulrich Zwinglio, y Martín Lutero. La palabra griega EOS, en Mateo 1:25, se traduce generalmente como "hasta que" en castellano - que muchos lectores modernos toman el sentido de que "después de que ella dio a luz a su hijo primogénito fue que ella tuvo relaciones con José." Sin embargo, la misma palabra griega se usa en Mateo 22:44 "Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de Tus pies." Está claro que no significa que Cristo dejará de estar a la diestra de su Padre después de que sus enemigos sean derrotados. La palabra tiene el sentido claro que María no tuvo relaciones con José, antes del nacimiento del hijo (el problema en el pasaje es la concepción virginal) y es consistente con la creencia de la Iglesia: que no tuvo relaciones con José en ningún momento posterior.

 

Que María permaneció virgen durante toda su vida, como se señaló anteriormente, era una enseñanza de aceptación general de la Iglesia, que se encuentra en los escritos de los padres, y constantemente se proclama en la vida litúrgica e iconográfica de la Iglesia.

 

La vida litúrgica de la Iglesia hace uso frecuente de las imágenes del Antiguo Testamento como prefiguración (protótipos) de la concepción virginal de Cristo y el nacimiento. El arbusto que está en llamas y, sin embargo no se quema, es una imagen frecuente de María. El paso por el Mar Rojo a pie seco es otra imagen, la vara de Aarón que reverdeció, el vellón de Gedeón, etc Por razones de espacio, no puedo mencionar todas las imágenes del Antiguo Testamento usadas como prefiguraciones.

 

El sentido de todas estas imágenes es Dios que nació en el mundo sin un padre humano. La esterilidad de la virginidad de María es la contraparte humana de la fecundidad de Dios. la fuerza de Dios se perfecciona en la debilidad. La forma de su parto es sinónimo de la forma de nuestra propia salvación. Es la obra de Dios de quien únicamente puede venir la vida. Nuestro papel es como el papel de María: "Hágase en mí según tu palabra."

 

Que María permaneció virgen antes, durante y después del nacimiento de Cristo es el entendimiento común de los padres ortodoxos y de la vida litúrgica e iconográfica de la Iglesia. La Virgen siempre se presenta con tres estrellas en el velo en sus iconos. Representan su virginidad "antes, durante y después del nacimiento de Cristo."

 

También hay un argumento de "sentido común" sobre la virginidad perpetua de María (o al menos eso siempre me ha parecido). José comprendió lo que iba a tener lugar en María, según el testimonio de la Escritura. Dificulta toda comprensión bíblica de la piedad el creer que José, conociendo todo, tomaría entonces a María en las prácticas comunes del matrimonio. La tradición ortodoxa es que los "hermanos y hermanas" de Cristo que se mencionan en la Escritura son hijos de José de un matrimonio anterior.

 

Pero el testimonio bíblico es muy importante dentro de la Ortodoxia. Sin embargo, este testimonio no es fácilmente perceptible a la vista de la literalidad. Como se ha señalado por los padres en el uso de imágenes bíblicas: María es la Puerta ", que nadie abrirá."

 

“Y el Señor me dijo: Esta puerta quedará cerrada. No se abrirá, y nadie deberá entrar por ella. Deberá quedar cerrada porque por ella ha entrado el Señor, Dios de Israel” (Ezequiel 44:2).

 

Tales versos no se utilizan como "textos de prueba", así como muchos de los versos citados tradicionalmente por los cristianos para la misión mesiánica de Cristo no son textos de prueba. La realidad de quién es Cristo y Su muerte y resurrección era conocida por los discípulos antes de que entendieran las Escrituras (Lucas 24:45). De la misma manera, la Iglesia sabe de estos asuntos dentro de la Tradición Sagrada y encuentra esa Tradición confirmada y revelada en las Escrituras.

 

Los herejes o pseudocristianos protestantes o evangélicos, que defienden diferentes posiciones de "Sola Scriptura" (sólo lo que dice la Biblia) abandonan el patrón del Nuevo Testamento. La vida mística de la Iglesia queda confirmada en varias ocasiones - pero de una manera que es conocida dentro del corazón y no a la manera de la ciencia difícil. Dios no es un objeto pasivo de tal manera que Él pueda ser estudiado como un terrón de tierra. La verdad de la fe es viva y eficaz y se da a conocer (en lugar de ser el objeto de nuestro descubrimiento).

 

El misterio de la Madre de Dios puede ser conocido y se convierte en la rica fuente de comprensión en la vida de la gracia. Pero no es un tema de discusión, o al menos para mí. Si alguien fuese a borrar la totalidad de la tradición y comenzar con el texto desnudo de la Escritura, es muy probable que el resultado de su pensamiento fuese otra cosa distinta al pensamiento de los primeros cristianos y la fe ortodoxa tal y como fue enseñada y recibida. La multitud de interpretaciones que se derivarían de tal experimento son evidentes en el caos actual del cristianismo de la “Sola Scriptura”. De hecho, el papel y la función de la Sagrada Tradición suelen ser rápidamente sustituidas o cambiadas por diversas corrientes de la cultura moderna, como la renovación litúrgica promulgada por el II Concilio Vaticano, el uso de grupos musicales dentro de las comunidades católicas y evangélicas, y el actual y herético Movimiento de Renovación Carismática, surgido en las postrimerías del siglo XX en las comunidades pentecostales de los Estados Unidos y el cual se está expandiendo también dentro del catolicismo romano producto de la enorme crisis de espiritualidad.

 

El misterio de la Madre de Dios está en el corazón mismo de la Escritura pero sólo el corazón lo conocería. Y el misterio es mucho más profundo que las preguntas acerca de la concepción virginal, el nacimiento y así por el estilo. Muy pocos cristianos se toman el tiempo para reflexionar sobre el misterio de la gracia y de nuestra salvación.

 

Nuestra salvación no es una idea de último momento: "El Cordero fue inmolado desde la fundación de la tierra" (Apocalipsis 13:8).

 

San Máximo el Confesor escribe de la Encarnación de Cristo: "Es la causa de todas las cosas y causada por ninguna de ellas" (Epístola a Talasio, PG 90, 620-621). No hay encarnación de Cristo fuera del vientre de la virgen. Es a partir de ella que Él se hizo carne. Así, aunque María es una criatura nacida en la historia, no obstante está presente en los eternos consejos de Dios.

 

“Dijo el Señor a mi Señor: Yo te he engendrado del vientre antes de la mañana” (Salmo 110:1,3).

 

La declaración, según los Padres, se refiere tanto al engendro eterno de Cristo desde el Padre, como también contiene una referencia a su encarnación ("desde el vientre materno antes de la mañana"). Todo esto se refiere a lo que es anterior a la creación.

 

Así como Adán es considerado el “primer” hombre, así también Cristo es considerado como el "segundo Adán" - el que es verdadera "imagen del Dios invisible." De la misma manera, los Padres se refieren a María como la "segunda Eva”, «porque la vida que se hizo nuestra en la Encarnación de Cristo es la vida que también es “hueso de sus huesos y carne de su carne”.

 

En la Encarnación, lo no creado se une a la creación. El cielo está unido a la tierra. Y todas estas declaraciones comienzan con “Cristo se encarnó de la Virgen”.

 

Hay una dimensión cósmica para nuestra salvación. Los que limitan sus pensamientos solamente al momento histórico del sacrificio de Cristo, no hacen tampoco justicia a las Escrituras ni a la realidad. Independientemente del hecho de que los que toman todo literalmente en la Biblia quedan expuestos a malas interpretaciones de las Escrituras, la realidad de nuestra salvación y su grandeza, no puede tomarse en cuenta sin hacer referencia a la Madre de Dios.

 

La Ortodoxia no es así, y no aceptará lenguaje moderno como el co-redemptorix (corredentora), presentada por algunos fanáticos católicos romanos: sólo Cristo es nuestra redención. Pero tampoco podemos contar la historia de la redención sin hacer referencia a ella. Ella es, en efecto, nuestra más santa, más pura, más gloriosa y siempre bendita, Señora Madre de Dios y siempre Virgen María. Este es un gran misterio. ¡Que Dios lo dé a conocer a todos sus hijos!
 
 
Aconteció una vez que la Santísima Virgen María se encontraba orando en el Monte de Eleón (cerca de Jerusalén) cuando se le apareció el Arcángel Gabriel con una rama de palma del Paraíso en sus manos y le comunicó que en tres días su vida terrenal iba a llegar a su fin y que el Señor se la llevaría consigo. El Señor dispuso que, para ese entonces, los apóstoles de distintos países se reunieran en Jerusalén. En el momento del deceso, una luz extraordinaria iluminó la habitación en la cual yacía la Virgen María. Apareció el propio Jesucristo, rodeado de Ángeles y tomó su purísima alma. Los apóstoles enterraron el purísimo cuerpo de la Madre de Dios, de acuerdo a su voluntad, al pie de la montaña de Eleón, en el jardín de Getsemaní, en la gruta donde se encontraban los cuerpos de sus padres y el de San José. Durante el entierro ocurrieron muchos milagros. Con sólo tocar el lecho de la Madre de Dios, los ciegos recobraban la vista, los demonios eran alejados y cualquier enfermedad se curaba.
Tres días después del entierro de la Madre de Dios, llegó a Jerusalén el apóstol Tomás que no pudo arribar a tiempo. Se entristeció mucho por no haber podido despedirse de la Virgen María y, con toda su alma, expresó su deseo de venerar su purísimo cuerpo. Cuando se abrió la gruta donde fue sepultada la Virgen María, su cuerpo no fue encontrado y sólo quedaron las mantas funerarias. Los asombrados apóstoles retornaron a su vivienda. Al anochecer, mientras rezaban, oyeron un canto angelical y al levantar la vista pudieron ver a la Virgen María suspendida en el aire, rodeada de Ángeles y envuelta en un brillo de gloria celestial. Ella les dijo a los apóstoles: "¡Alégrense! ¡Estaré con ustedes todos los días!"

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