El 15 de agosto es la fiesta de la Dormición de la Madre
de Dios (su muerte). Los cristianos ortodoxos ayunan durante dos semanas antes
de esta gran fiesta y la celebran con gran solemnidad. Hace poco un lector
preguntó acerca de la “virginidad perpetua" de María. Estoy ofreciendo
este pequeño artículo para abordar esta cuestión y buscar el lugar de la
Santísima Madre de Dios en la fe y la vida ortodoxa.
Yo soy siempre reacio a escribir sobre el misterio de la
Madre de Dios. Hay pocas cosas dentro de la Iglesia Ortodoxa que se celebran
con más intensidad, mientras que a la misma vez no se comprenden y, en
ocasiones, son vilipendiadas por los que están fuera de la Iglesia.
Originalmente estas doctrinas y devociones no formaban parte de la kerygma o
predicación más común y pública de la Iglesia. San Marcos y San Juan no tienen
relatos del nacimiento de Cristo, a pesar de que San Juan contiene algunos de
los materiales más profundamente importantes en los que respecta a la Madre de
Dios. San Pablo parece tener una sola referencia sobre María (Gálatas 4:4).
La Iglesia primitiva hizo una clara distinción entre su
kerygma y las cosas que se celebraban como misterios. Los misterios eran en
gran parte tácitos, aunque aceptados como verdaderos y encarnados en la vida,
la oración y la liturgia de la Iglesia. La razón de los misterios como
misterios fue variada. En algunos casos, ciertas enseñanzas se celebraban en
voz baja para que no causaran demasiado escándalo en la predicación del
evangelio. En otros casos, algunas enseñanzas fueron tácitas, porque eran muy
difíciles de hablarlas - estaban más allá de las palabras. Entre estas últimas
enseñanzas estaría la doctrina de la Santísima Trinidad. Si bien absolutamente
fundamental para la fe cristiana, esta enseñanza estaba implícita con
frecuencia a través de los escritos del Nuevo Testamento, pero nunca declarada
en franca y definitiva manera hasta el siglo IV. La Ortodoxia sostiene que la
doctrina no fue el producto del desarrollo ni de la evolución, pero se sabía
desde el principio, aunque el idioma en el que se expresaba era todavía
desconocido. La Iglesia no podía haber reconocido el arrianismo como una
herejía si no hubiera ya sabido la verdad tal y como se encuentra en la
Ortodoxia, ni podría haber reconocido la verdad tal y como se habla en el Credo
de Nicea y por santos como Atanasio.
Dicho esto, les ofrezco algunas observaciones prudentes
sobre los dogmas ortodoxos y los acuerdos de devoción sobre la Madre de Dios.
Una pregunta fue hecha en la doctrina ortodoxa de la virginidad perpetua de
María y de los problemas planteados por Mateo 1:25 "[y] José no la conoció
hasta que dio a luz a su hijo primogénito."
La doctrina de la virginidad perpetua de María (que ella
permaneció virgen toda su vida), curiosamente, fue casi universal en su
aceptación dentro de la Iglesia primitiva, y defendida incluso por Juan
Calvino, Ulrich Zwinglio, y Martín Lutero. La palabra griega EOS, en Mateo
1:25, se traduce generalmente como "hasta que" en castellano - que
muchos lectores modernos toman el sentido de que "después de que ella dio
a luz a su hijo primogénito fue que ella tuvo relaciones con José." Sin
embargo, la misma palabra griega se usa en Mateo 22:44 "Siéntate a mi
diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de Tus pies." Está
claro que no significa que Cristo dejará de estar a la diestra de su Padre
después de que sus enemigos sean derrotados. La palabra tiene el sentido claro
que María no tuvo relaciones con José, antes del nacimiento del hijo (el
problema en el pasaje es la concepción virginal) y es consistente con la
creencia de la Iglesia: que no tuvo relaciones con José en ningún momento
posterior.
Que María permaneció virgen durante toda su vida, como se
señaló anteriormente, era una enseñanza de aceptación general de la Iglesia,
que se encuentra en los escritos de los padres, y constantemente se proclama en
la vida litúrgica e iconográfica de la Iglesia.
La vida litúrgica de la Iglesia hace uso frecuente de las
imágenes del Antiguo Testamento como prefiguración (protótipos) de la
concepción virginal de Cristo y el nacimiento. El arbusto que está en llamas y,
sin embargo no se quema, es una imagen frecuente de María. El paso por el Mar
Rojo a pie seco es otra imagen, la vara de Aarón que reverdeció, el vellón de
Gedeón, etc Por razones de espacio, no puedo mencionar todas las imágenes del
Antiguo Testamento usadas como prefiguraciones.
El sentido de todas estas imágenes es Dios que nació en
el mundo sin un padre humano. La esterilidad de la virginidad de María es la
contraparte humana de la fecundidad de Dios. la fuerza de Dios se perfecciona
en la debilidad. La forma de su parto es sinónimo de la forma de nuestra propia
salvación. Es la obra de Dios de quien únicamente puede venir la vida. Nuestro
papel es como el papel de María: "Hágase en mí según tu palabra."
Que María permaneció virgen antes, durante y después del
nacimiento de Cristo es el entendimiento común de los padres ortodoxos y de la
vida litúrgica e iconográfica de la Iglesia. La Virgen siempre se presenta con
tres estrellas en el velo en sus iconos. Representan su virginidad "antes,
durante y después del nacimiento de Cristo."
También hay un argumento de "sentido común"
sobre la virginidad perpetua de María (o al menos eso siempre me ha parecido).
José comprendió lo que iba a tener lugar en María, según el testimonio de la
Escritura. Dificulta toda comprensión bíblica de la piedad el creer que José,
conociendo todo, tomaría entonces a María en las prácticas comunes del
matrimonio. La tradición ortodoxa es que los "hermanos y hermanas" de
Cristo que se mencionan en la Escritura son hijos de José de un matrimonio
anterior.
Pero el testimonio bíblico es muy importante dentro de la
Ortodoxia. Sin embargo, este testimonio no es fácilmente perceptible a la vista
de la literalidad. Como se ha señalado por los padres en el uso de imágenes
bíblicas: María es la Puerta ", que nadie abrirá."
“Y el Señor me dijo: Esta puerta quedará cerrada. No se
abrirá, y nadie deberá entrar por ella. Deberá quedar cerrada porque por ella
ha entrado el Señor, Dios de Israel” (Ezequiel 44:2).
Tales versos no se utilizan como "textos de
prueba", así como muchos de los versos citados tradicionalmente por los
cristianos para la misión mesiánica de Cristo no son textos de prueba. La
realidad de quién es Cristo y Su muerte y resurrección era conocida por los
discípulos antes de que entendieran las Escrituras (Lucas 24:45). De la misma
manera, la Iglesia sabe de estos asuntos dentro de la Tradición Sagrada y
encuentra esa Tradición confirmada y revelada en las Escrituras.
Los herejes o pseudocristianos protestantes o
evangélicos, que defienden diferentes posiciones de "Sola Scriptura"
(sólo lo que dice la Biblia) abandonan el patrón del Nuevo Testamento. La vida
mística de la Iglesia queda confirmada en varias ocasiones - pero de una manera
que es conocida dentro del corazón y no a la manera de la ciencia difícil. Dios
no es un objeto pasivo de tal manera que Él pueda ser estudiado como un terrón
de tierra. La verdad de la fe es viva y eficaz y se da a conocer (en lugar de
ser el objeto de nuestro descubrimiento).
El misterio de la Madre de Dios puede ser conocido y se
convierte en la rica fuente de comprensión en la vida de la gracia. Pero no es
un tema de discusión, o al menos para mí. Si alguien fuese a borrar la
totalidad de la tradición y comenzar con el texto desnudo de la Escritura, es
muy probable que el resultado de su pensamiento fuese otra cosa distinta al
pensamiento de los primeros cristianos y la fe ortodoxa tal y como fue enseñada
y recibida. La multitud de interpretaciones que se derivarían de tal
experimento son evidentes en el caos actual del cristianismo de la “Sola
Scriptura”. De hecho, el papel y la función de la Sagrada Tradición suelen ser
rápidamente sustituidas o cambiadas por diversas corrientes de la cultura
moderna, como la renovación litúrgica promulgada por el II Concilio Vaticano,
el uso de grupos musicales dentro de las comunidades católicas y evangélicas, y
el actual y herético Movimiento de Renovación Carismática, surgido en las
postrimerías del siglo XX en las comunidades pentecostales de los Estados
Unidos y el cual se está expandiendo también dentro del catolicismo romano
producto de la enorme crisis de espiritualidad.
El misterio de la Madre de Dios está en el corazón mismo
de la Escritura pero sólo el corazón lo conocería. Y el misterio es mucho más
profundo que las preguntas acerca de la concepción virginal, el nacimiento y
así por el estilo. Muy pocos cristianos se toman el tiempo para reflexionar
sobre el misterio de la gracia y de nuestra salvación.
Nuestra salvación no es una idea de último momento:
"El Cordero fue inmolado desde la fundación de la tierra"
(Apocalipsis 13:8).
San Máximo el Confesor escribe de la Encarnación de
Cristo: "Es la causa de todas las cosas y causada por ninguna de
ellas" (Epístola a Talasio, PG 90, 620-621). No hay encarnación de Cristo
fuera del vientre de la virgen. Es a partir de ella que Él se hizo carne. Así,
aunque María es una criatura nacida en la historia, no obstante está presente
en los eternos consejos de Dios.
“Dijo el Señor a mi Señor: Yo te he engendrado del
vientre antes de la mañana” (Salmo 110:1,3).
La declaración, según los Padres, se refiere tanto al
engendro eterno de Cristo desde el Padre, como también contiene una referencia
a su encarnación ("desde el vientre materno antes de la mañana").
Todo esto se refiere a lo que es anterior a la creación.
Así como Adán es considerado el “primer” hombre, así
también Cristo es considerado como el "segundo Adán" - el que es
verdadera "imagen del Dios invisible." De la misma manera, los Padres
se refieren a María como la "segunda Eva”, «porque la vida que se hizo
nuestra en la Encarnación de Cristo es la vida que también es “hueso de sus
huesos y carne de su carne”.
En la Encarnación, lo no creado se une a la creación. El
cielo está unido a la tierra. Y todas estas declaraciones comienzan con “Cristo
se encarnó de la Virgen”.
Hay una dimensión cósmica para nuestra salvación. Los que
limitan sus pensamientos solamente al momento histórico del sacrificio de
Cristo, no hacen tampoco justicia a las Escrituras ni a la realidad.
Independientemente del hecho de que los que toman todo literalmente en la
Biblia quedan expuestos a malas interpretaciones de las Escrituras, la realidad
de nuestra salvación y su grandeza, no puede tomarse en cuenta sin hacer
referencia a la Madre de Dios.
La Ortodoxia no es así, y no aceptará lenguaje moderno
como el co-redemptorix (corredentora), presentada por algunos fanáticos
católicos romanos: sólo Cristo es nuestra redención. Pero tampoco podemos
contar la historia de la redención sin hacer referencia a ella. Ella es, en
efecto, nuestra más santa, más pura, más gloriosa y siempre bendita, Señora
Madre de Dios y siempre Virgen María. Este es un gran misterio. ¡Que Dios lo dé
a conocer a todos sus hijos!
Aconteció una vez que la Santísima Virgen María se
encontraba orando en el Monte de Eleón (cerca de Jerusalén) cuando se le
apareció el Arcángel Gabriel con una rama de palma del Paraíso en sus manos y
le comunicó que en tres días su vida terrenal iba a llegar a su fin y que el
Señor se la llevaría consigo. El Señor dispuso que, para ese entonces, los
apóstoles de distintos países se reunieran en Jerusalén. En el momento del
deceso, una luz extraordinaria iluminó la habitación en la cual yacía la Virgen
María. Apareció el propio Jesucristo, rodeado de Ángeles y tomó su purísima
alma. Los apóstoles enterraron el purísimo cuerpo de la Madre de Dios, de acuerdo
a su voluntad, al pie de la montaña de Eleón, en el jardín de Getsemaní, en la
gruta donde se encontraban los cuerpos de sus padres y el de San José. Durante
el entierro ocurrieron muchos milagros. Con sólo tocar el lecho de la Madre de
Dios, los ciegos recobraban la vista, los demonios eran alejados y cualquier
enfermedad se curaba.
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