La fiesta de la Exaltación (también conocida
como Elevación) de la Cruz del Señor se celebra hoy por todo el mundo en la
Iglesia Ortodoxa de Cristo, que sigue el ciclo litúrgico según el calendario
juliano. A continuación, hablaré brevemente sobre el valor de la Cruz a la que
hacemos mención.
Desde los orígenes del
cristianismo, la Cruz se erigió en un lugar alto, para que la gente pudiera ver
y hacer honor a ella, como prototipo o representación de la vara de Moisés en
el desierto, para que todo aquel que fuera mordido por las serpientes o
animales venenosos quedase inmediatamente sanado con sólo levantar su vista a
ella. Pero ahora, se levanta en las iglesias y monasterios. Esto es todo lo que
vemos como aspecto exterior de la misma. Sin embargo, existe una exaltación o
elevación espiritual de la cruz dentro del corazón, que ocurre cuando uno está resuelto a crucificarse a sí
mismo, o mortificar sus pasiones, algo tan fundamental en los cristianos, y que
según el Apóstol Pablo refiere en su epístola a los habitantes de Galacia, “los
que son de Cristo, ya han crucificado la naturaleza del hombre pecador junto
con sus pasiones y concupiscencias (Gal. 5, 24 )” .
Después de haber plantado esta cruz en sí
mismos, los cristianos la mantienen exaltada toda su vida. Que cada alma cristiana se pregunte si esto no es así,
y le permitirá prestar atención a la respuesta que su conciencia le da en su
corazón. Que no se escuche:
"Vosotros sólo complacéis vuestra carne en las pasiones, vuestra cruz no
está exaltada, es arrojada a la fosa de las pasiones, y se pudre en la
negligencia y el desprecio".
Cuando Jesús fue bajado de la Cruz, ésta
permaneció en el Gólgota (sitio donde le crucificaron, y que en hebreo
significa Lugar de la calavera). Luego fue arrojada a la fosa de desechos
comunales que estaba cercano a ese lugar, donde por lo general este instrumento
de ejecución era tirado cada vez que se daba la orden de castigar con la muerte
por crucifixión a algún criminal y ladrón de la época. A esta fosa en cuestión,
los hebreos la llamaban Gehenna o Sheol, porque en ella continuamente ardía
toda la basura allí tirada y, desde el punto de vista religioso, tenía
similitud con el infierno (palabra que en su raíz hebrea significaba sitio de
tormento eterno causado por fuego).
Cuatro lustros después, en el año 70
(recuerde que Cristo murió en el año 30 a la edad de 33 años), Jerusalén fue arrasada por los soldados del imperio
romano y todas sus casas y edificios públicos, incluyendo el Gran Templo de
Salomón, fueron saqueados y destruidos cubriéndolo todo con escombros. La fosa
que contenía la Cruz de Cristo también quedó rellenada con ellos.
Cuando los paganos reconstruyeron la ciudad
(a los judíos se les prohibía acercarse al lugar donde se hallaba ahora la
misma), sucedió que en el sitio donde la Cruz de Cristo estaba oculta, se
colocó un ídolo o estatua de Venus, la diosa pagana de la fornicación y de
todas las formas de deseos, para que toda la población la adorase.
Esto es lo que el enemigo de
las almas les sugirió hacer. Esto es lo que pasa con nuestra cruz interior. Cuando el enemigo destruye el orden espiritual en el alma,
así se representa nuestra Jerusalén mental, y luego la cruz espiritual es
arrojada desde el Gólgota del corazón y cubierta con la basura de nuestras
pasiones y deseos. El auto-placer lujurioso entonces se eleva como una torre sobre
toda nuestra paz interior, y todo en nosotros se postra ante ella obedeciéndole
y cumpliendo sus órdenes hasta que llega la Gracia divina a brillar nuevamente
sobre nosotros, inspirándonos a derribar todo ídolo y levantar la cruz de
nuestra propia crucifixión.
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