lunes, 23 de septiembre de 2013

La Exaltación de la Cruz del Señor


La fiesta de la Exaltación (también conocida como Elevación) de la Cruz del Señor se celebra hoy por todo el mundo en la Iglesia Ortodoxa de Cristo, que sigue el ciclo litúrgico según el calendario juliano. A continuación, hablaré brevemente sobre el valor de la Cruz a la que hacemos mención.

Desde los orígenes del cristianismo, la Cruz se erigió en un lugar alto, para que la gente pudiera ver y hacer honor a ella, como prototipo o representación de la vara de Moisés en el desierto, para que todo aquel que fuera mordido por las serpientes o animales venenosos quedase inmediatamente sanado con sólo levantar su vista a ella. Pero ahora, se levanta en las iglesias y monasterios. Esto es todo lo que vemos como aspecto exterior de la misma. Sin embargo, existe una exaltación o elevación espiritual de la cruz dentro del corazón, que ocurre cuando uno está resuelto a crucificarse a sí mismo, o mortificar sus pasiones, algo tan fundamental en los cristianos, y que según el Apóstol Pablo refiere en su epístola a los habitantes de Galacia, “los que son de Cristo, ya han crucificado la naturaleza del hombre pecador junto con sus pasiones y concupiscencias (Gal. 5, 24 )” .

Después de haber plantado esta cruz en sí mismos, los cristianos la mantienen exaltada toda su vida. Que cada alma cristiana se pregunte si esto no es así, y le permitirá prestar atención a la respuesta que su conciencia le da en su corazón. Que no se escuche: "Vosotros sólo complacéis vuestra carne en las pasiones, vuestra cruz no está exaltada, es arrojada a la fosa de las pasiones, y se pudre en la negligencia y el desprecio".

Cuando Jesús fue bajado de la Cruz, ésta permaneció en el Gólgota (sitio donde le crucificaron, y que en hebreo significa Lugar de la calavera). Luego fue arrojada a la fosa de desechos comunales que estaba cercano a ese lugar, donde por lo general este instrumento de ejecución era tirado cada vez que se daba la orden de castigar con la muerte por crucifixión a algún criminal y ladrón de la época. A esta fosa en cuestión, los hebreos la llamaban Gehenna o Sheol, porque en ella continuamente ardía toda la basura allí tirada y, desde el punto de vista religioso, tenía similitud con el infierno (palabra que en su raíz hebrea significaba sitio de tormento eterno causado por fuego).

Cuatro lustros después, en el año 70 (recuerde que Cristo murió en el año 30 a la edad de 33 años), Jerusalén fue arrasada por los soldados del imperio romano y todas sus casas y edificios públicos, incluyendo el Gran Templo de Salomón, fueron saqueados y destruidos cubriéndolo todo con escombros. La fosa que contenía la Cruz de Cristo también quedó rellenada con ellos.

Cuando los paganos reconstruyeron la ciudad (a los judíos se les prohibía acercarse al lugar donde se hallaba ahora la misma), sucedió que en el sitio donde la Cruz de Cristo estaba oculta, se colocó un ídolo o estatua de Venus, la diosa pagana de la fornicación y de todas las formas de deseos, para que toda la población la adorase.

Esto es lo que el enemigo de las almas les sugirió hacer. Esto es lo que pasa con nuestra cruz interior. Cuando el enemigo destruye el orden espiritual en el alma, así se representa nuestra Jerusalén mental, y luego la cruz espiritual es arrojada desde el Gólgota del corazón y cubierta con la basura de nuestras pasiones y deseos. El auto-placer lujurioso entonces se eleva como una torre sobre toda nuestra paz interior, y todo en nosotros se postra ante ella obedeciéndole y cumpliendo sus órdenes hasta que llega la Gracia divina a brillar nuevamente sobre nosotros, inspirándonos a derribar todo ídolo y levantar la cruz de nuestra propia crucifixión.

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