miércoles, 9 de noviembre de 2011

Cosas que hacen temblar


Dios tiene maneras de hacer sacudir al mundo cuando se propone hacer algo grande. Por ejemplo, Él hizo temblar literalmente a la tierra cuando Jesús murió en la cruz, y también cuando el Espíritu Santo vino en Pentecostés. No hubo nada casual en la actividad seísmica que acompañó a estos dos hechos. Y fueron mensajes nada sutiles: ¡preste atención, porque están sucediendo cosas importantes!.




Es posible que la tierra no esté temblando hoy, pero Dios está, sin duda, moviendo algunas cosas. Está dejando que las alianzas políticas, los sistemas financieros y los patrones éticos se tambaleen. Estamos viendo la poca solidez y el deterioro de las estructuras sobre las cuales hemos basado el orgullo y la esperanza como ciudadanos de nuestros respectivos países.



Las familias están en crisis, y muchos matrimonios están colapsando. Lamentablemente, la gente ha construido sus vidas sobre los débiles fundamentos de la sabiduría, la bondad y la ingenuidad humanas. Pero hay sólo un fundamento seguro: Jesucristo, y no un Mahoma, ni un Budas, ni un Dalai Lama ni un Papa romano que se cree amo, señor y jefe supremo de la cristiandad.



Dios tiene siempre un propósito al permitir sacudidas en su ordenada creación. Entre otras cosas, está sacudiendo a las iglesias desviadas del tronco original: las cismáticas iglesia de Roma y las protestantes, de su apatía y enfoque en sí mismas, recordando a los cristianos que no deben confiar en las inestables estructuras de este mundo, sino descansar en el firme y seguro fundamento provisto aquí en la tierra por el amor, la salvación del género humano y el establecimiento del reino de Dios en el cual estamos llamados a ser constructores.



Como embajadores de nuestro Rey, Dios y Salvador Jesucristo en la tierra, y los únicos que estamos sobre terreno firme, tenemos la responsabilidad de ofrecer verdadera esperanza a aquellos que han perdido el rumbo y han seguido a falsas enseñanzas, doctrinas de demonios y toda clase de herejía. Ningún trabajo, gobierno o incluso religión pueden darle a una persona seguridad por mucho tiempo. El único refugio perdurable es una relación con el soberano Señor Jesús dentro de la Iglesia que Él fundó y que permanece hasta nuestros días sin alteración ni cambio alguno: la Una, Santa, Católica y Apostólica Iglesia Ortodoxa.

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