Los niños son agudos
observadores de sus padres. Aunque estén absortos por alguna actividad,
generalmente se dan cuenta de cualquier actitud, palabra o de lo que piensan
mamá o papá.
Es por eso
que los padres tienen una gran responsabilidad, especialmente cuando se trata
de la forma como sus pequeños hijos concebirán a Dios. Su manera de pensar en
cuanto al Padre celestial estará influenciada en gran medida por la manera de
relacionarse con las figuras de autoridad masculina que forman parte de su
vida.
Si usted es
parte de la crianza de algún niño, sea intencionalmente un modelo de piedad
para él. Lo cual logrará al:
- Demostrar anhelo por las lecturas que edifican
el espíritu. Los padres que leen libros sobre las vidas de
los santos, o los escritos de los Santos Padres, o las mismas Sagradas
Escrituras, cada día, están demostrando confiar en que estas alimentan el
intelecto espiritual y nos dan respuestas a los problemas de la vida.
- Vivir con fe. Los
niños deben oír a sus padres hablar acerca de la manera como confían en
que Jesús proveerá en todas las circunstancias. No hay una mejor manera de
aprender a confiar en el Señor, que acudiendo a Él cuando necesitan
dirección, en los sacramentos y la dirección espiritual de un sacerdote.
- Orar cada día. Los
niños se dan cuenta de las prioridades de los padres y generalmente las
adoptan para sí mismos. Mamá y papá pueden ser modelo de cómo hablar con
Dios de una manera real, como si estuvieran hablando con otra persona.
Esto ayudará a los niños a entender y a querer tener su propia comunión
íntima con el Padre celestial.
Piense en su
niñez. ¿Le dirigió su padre o madre en una dirección piadosa, o le dio un
ejemplo contrario? ¿Cómo ha afectado esto su andar espiritual? Y si usted tiene
hijos pregúnteles y analice cómo están siendo influenciados por la vida de
usted, recuerde que ellos son el reflejo de lo que aprenden en su hogar.
Cualquiera que sea su respuesta, tome en cuenta estas palabras del santo
apóstol Pablo, “...y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino
críenlos según la disciplina e instrucción del Señor.” (Efesios 6, 4), y
decídase a obedecer la sabiduría que ellas contienen.
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