El Señor quiere darnos a cada uno de nosotros un corazón
genuino, para que seamos dóciles y sensibles a Él.
Cuando es tocado por el dedo de Dios, un corazón piadoso
se rinde a la presión y asume la forma que Él desea, de manera muy parecida a
lo que hace una masa de arcilla cuando
deja que el alfarero determine la forma de la vasija.
Para ayudar en este proceso, Dios ha enviado al Espíritu
Santo para morar en cada bautizado y hacerle sensible. Al ceder a los impulsos
del Espíritu con una pronta obediencia, el corazón se vuelve cada vez más
tierno y receptivo a su dirección. El Señor puede impartir una mayor
comprensión de su Palabra a un corazón dócil, porque éste ha aceptado y
obedecido fielmente lo que le ha sido enseñado.
Cualquier resistencia a Dios se traducirá en
endurecimiento. Pero quienes están acostumbrados a tener una relación estrecha
con nuestro Señor, como resultado del sometimiento a Él, se ocuparán
rápidamente del pecado en sus vidas y volverán al punto de la obediencia y de
la bendición.
Las personas con corazones tiernos están íntimamente
relacionadas con la Iglesia (que es el cuerpo de Cristo), buscando edificar y
alentar a otros en su vida de fe.
Estas personas no sólo son receptivas a lo que Dios
quiere decirles, también son dóciles para aprender; están dispuestas a escuchar
y a ser corregidas por otros.
Esta semana, cuando usted ore y lea la Palabra de Dios,
permita que su corazón sea dócil a sus palabras. Cuando Él le toque con la
punta de su dedo algun área dura de su vida, escuche su enseñanza, y confíe en
que el Espíritu le ayudará a rendirse y a obedecer. Deje que Dios le convierta
en un vaso útil y hermoso.
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