viernes, 14 de octubre de 2011

Las relaciones sexuales prematrimoniales


No es sorprendente que uno de cada cuatro adolescentes se encuentre indeciso  sobre si es correcto o no tener relaciones sexuales antes del matrimonio, dado el caso de que muchos de ellos son constantemente inundados con mensajes e imágenes de índole sexual en sus vidas diarias, comenzando desde los primeros años de la adolescencia. Es notable el hecho de que solamente el 5.57 por ciento de los adolescentes, en encuestas realizadas, pensaran que el sexo antes del matrimonio fuera correcto, dada la difundida explotación de los jóvenes en los medios de comunicación como objetos de sexo, y el presentar constantemente al sexo fuera del matrimonio como algo normal y sin consecuencias. Necesitamos equipar mejor a los adolescentes para que puedan tener una buena elección en cuanto a sexo se refiere, y puedan ver mejor a través de la mult! itud de mensajes sexuales que reciben a diario.  Queremos que los adolescentes se vean a sí mismos como importantes, valiosos y sagrados, a pesar de los mensajes que, por el contrario, reciben y que tienden a degradar tanto a los hombres como a las mujeres. Enseñarles simplemente que el sexo es malo, es insuficiente y tiende a dejarles aún más confundidos como el por qué ellos están experimentando sentimientos físicos y psicológicos que vienen con el proceso de la pubertad y la adolescencia. En realidad este tipo de criterio trae como resultado que los adolescentes sientan que ellos son malos por estar experimentando todo esto y por sentirse atraídos hacia el sexo opuesto.




Uno de nuestros objetivos debiera ser desarrollar dentro de sus corazones y mentes que la virginidad es algo muy bueno, algo por lo que hay que luchar hasta el matrimonio y algo por lo que no deben avergonzarse en tener, sino que es algo por lo que hay que estar orgulloso de guardar. Queremos que ellos permanezcan vírgenes hasta el matrimonio no simplemente porque hicieron lo que se les pidió: no tener sexo, sino que ellos se valoraron a sí mismos, a la persona con quienes se van a casar, a su relación con Dios y al sexo mismo. Los adolescentes deben ver al sexo como algo muy sagrado y bueno y, por ende, no como un acto que se toma a la ligera. Es por eso que queremos que ellos comprendan que las consecuencias de una relación sexual son algo que llevaran de por vida. No olvidan esa relación ni a la persona con la que tuvieron sexo, porque ellos entregan a la otra persona una ! parte muy especial de sí en la unión que ocurre durante dicha relación sexual. El vínculo creado al tener sexo con otra persona es muy real y no desaparece así por así una vez que la relación termina.



Debemos luchar por ayudarles a permanecer vírgenes o a detener el sexo antes del matrimonio porque nos preocupamos por ellos ahora y también por su futura relación matrimonial. Las relaciones sexuales que ocurren fuera del matrimonio son sacadas a la luz en el matrimonio de una u otra forma y llegan a ser un impedimento al éxito del mismo. Alguien que ha tenido sexo fuera del matrimonio y ha experimentado la ruptura de esa relación, con frecuencia encuentra difícil el poder entregarse por completo y con entera libertad a la otra persona. Cuando se rompe una relación, hay siempre una herida y un dolor en la separación, y especialmente mucho más cuando se han visto involucradas las relaciones sexuales de por medio. Todos nosotros, adolescentes y adultos, construímos paredes para protegernos de heridas pasadas; las personas que han roto relaciones tienden a ser más pr! otectoras de sus sentimientos con la siguiente relación sentimental. El tener sexo dentro de una relación es un acontecimiento que cambia la vida e intensifica grandemente la profundidad de la relación y, por lo tanto, la intensidad del dolor en la separación. Ello trae aparejado el levantar paredes cada vez más altas y más fuertes para protegerse cuando llega la próxima relación. Deseamos que nuestros jóvenes tengan éxito en sus matrimonios y disfruten el mismo con toda la intensidad, y esto incluye el poder entregarse total, libre y completamente en sus relaciones sexuales en el matrimonio. De hecho, el poder entregarse libre y completamente a su cónyuge o pareja a través de las relaciones sexuales es importante para la salud y el bienestar de la relación matrimonial. 



Las encuestas fuertemente indican una asociación entre si los adolescentes creen que el sexo fuera del matrimonio es correcto y si ellos se involucran en relaciones sexuales antes del matrimonio. El lugar obvio para comenzar la prevención de las relaciones sexuales prematrimoniales entre adolescentes es comenzar con su postura hacia el sexo y otros temas relacionados. Sabemos de las encuestas que los padres y el clero en general pueden impactar profundamente en las posturas de los adolescentes con relación al sexo prematrimonial. Por tanto, tiene sentido que los padres y los sacerdotes trabajen juntos para discutir estos temas con los adolescentes y dialoguen con ellos sobre cómo saber elegir en cuanto a su pureza sexual.



Se debe considerar el proporcionar oportunidades donde los adolescentes pasen su tiempo con sus compañeros en total seguridad y puedan aprender a comprometerse en relaciones sanas con sus compañeros del sexo opuesto sin sentir presión a tener relaciones sexuales. Estas pueden ser oportunidades donde tanto los adolescentes varones como las hembras se puedan reunir en eventos donde haya una buena supervisión, libres de alcohol y otras drogas que tienden a favorecer el sexo. De igual forma, debieran hacerse esfuerzos por reducir lo más posible las oportunidades en las cuales los varones y las hembras se encontraran sólos, en esas ocasiones como las citas a solas o sin adultos en casa a la hora de la salida del colegio mientras estos trabajan.



Según las encuestas, los adolescentes que no tuvieron presencia de un adulto en casa a la hora de la salida del colegio tuvieron más de una posibilidad de tener una relación sexual que sus compañeros que sí tuvieron presencia de algún adulto en casa a la hora de regresar de clases.



Los padres podrían considerar el no hablarles a sus hijos de empezar a tener novios o novias durante su temprana edad de adolescencia, ya que estadísticamente los jóvenes que así lo hicieron estaban más propensos a verse involucrados en relaciones de comportamiento sexual. El número de veces en que un joven había tenido pareja también incrementó el nivel de sexualidad activa. Por ejemplo, el 20 por ciento de jóvenes de 13 años que tenían parejas ya habían tenido relaciones; 8 por ciento eran de 14 años, un 7 por ciento eran de 15 años, 12 por ciento eran de 16 años, 21 por ciento eran de 17 años y un 29 por ciento eran de 18 años, De aquí se desprende que no todos los jóvenes de 18 años de edad tuvieron sexo solamente a los 18 sino a una edad temprana, y aquellos que no habían tenido pareja durante los primeros 12 meses no tuvieron oportunidad de sexo con la e! xcepción de los siete adolescentes, tres de los cuales reportaron haber sido obligados a tenerlo.



Para resumir, los adultos pueden ayudar a que los jóvenes adolescentes permanezcan vírgenes, dialogando con ellos sobre lo que es más apropiado, apoyándoles a permanecer en castidad (virginidad), considerando el controlar más a la hora de escoger novios o novias y proporcionándoles oportunidades seguras donde ellos pueden relacionarse con sus compañeros del sexo opuesto, libres de las presiones de sentir que tengan sexo. El siguiente material lo ofrezco para ayudar a aquellos que conversan con los adolescentes sobre el tema de la sexualidad.



El punto de vista de la Iglesia sobre el sexo antes del matrimonio



Las Sagradas Escrituras, los escritos de los Padres de la Iglesia y los teólogos hoy en día coinciden en que el lugar que les corresponde a las relaciones sexuales se halla solamente dentro del matrimonio. Las que se realizan fuera del mismo tratan de expresar una relación y una unión que no existe, algo que es evidente en todos esos tipos de relaciones.



Las relaciones sexuales son vistas como algo bueno y necesario dentro del matrimonio, como una expresión de unidad y compromiso entre el esposo y la esposa y nada de esto existe fuera del matrimonio. Lo que aquí escribo sobre el sexo premarital o prematrimonial también se aplica al sexo fuera del propio matrimonio de uno y de hecho las relaciones extramatrimoniales traen como consecuencia la ruptura del compromiso del matrimonio y la unidad del mismo, ruptura esta que es con frecuencia irreparable.



Las Sagradas Escrituras abundan en prohibiciones contra las relaciones sexuales antes del matrimonio y no porque, como algunos dirían, “Dios no quiere que la pasemos bien”, sino porque Dios nos ama, nos comprende, y sabe que tales relaciones solamente traen daño, tristeza y rompimiento. En el evangelio de Mateo, Jesús habla sobre la fornicación (relaciones sexuales fuera del matrimonio, también consideradas como inmoralidad sexual):



“Jesús llamó a la multitud y dijo:

_Escuchen y entiendan. Lo que contamina a una persona no es lo que entra en la boca sino lo que sale de ella.

Entonces se le acercaron los discípulos y le dijeron:

_ ¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oír eso?

_Toda planta que mi Padre celestial no haya plantado será arrancada de raíz –les respondió-. Déjenlos; son guías ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en un hoyo.

_Explícanos la comparación –le pidió Pedro

_ ¿También ustedes son todavía tan torpes? – les dijo Jesús-. ¿No se dan cuenta de que todo lo que entra en la boca va al estómago y después se echa en la letrina? Pero lo que sale de la boca viene del corazón y contamina a la persona. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias. Éstas son las cosas que contaminan a la persona, y no el comer sin lavarse las manos” (Mateo 15, 10-20).



San Pablo escribe en Gálatas:

“Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor. En efecto, toda la ley se resume en un sólo mandamiento:<<Ama a tu prójimo como a tí mismo>>. Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por destruirse unos a otros. Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. Porque ésta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. Pero si los guía el Espíritu, no están bajo la ley. Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje, idolatría y brujería, odio, discordia, celos, arr! ebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia, borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas, no heredarán el reino de Dios. En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu. No dejemos que la vanidad nos lleve a irritarnos y a envidiarnos unos a otros” (Gálatas 5, 13-26).



Y en Efesios, Pablo escribe:

“Por tanto, hermanos, imiten a Dios, como hijos muy amados, y lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios. Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual, ni ninguna clase de impureza o de avaricia, porque eso no es propio del pueblo santo de Dios. Tampoco debe haber palabras indecentes, conversaciones necias ni chistes groseros, todo lo cual está fuera de lugar; haya más bien acción de gracias. Porque pueden estar seguros de que nadie que sea avaro (es decir, idólatra), inmoral o impuro tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie los engañe con argumentaciones vanas, porque por esto viene el castigo de Dios sobre los que viven en la desobediencia. Así que no se hagan cómplices de ellos. Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan! como hijos de luz (el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) y comprueben lo que agrada al Señor. No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas, porque da vergüenza aún mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto. Pero todo lo que la luz pone al descubierto se hace visible” (Efesios 5, 1-13).



También los escritos de los Apóstoles previenen contra la fornicación:

“Hijo mío, huye de toda la perversidad y de cosa que se parezca. No te enojes, porque el enojo conduce al asesinato. No seas celoso, ni pendenciero, ni te irrites, porque de estas cosas provienen los homicidios. Hijo mío, no des cabida a los malos deseos, porque ellos conducen a la fornicación. Y no uses lenguaje obsceno ni mires a otros con ojos de lascivia, porque de estas cosas vienen los adulterios” (Didaché o Enseñanzas de los Apóstoles, cap. 3:1-3) 



El Pastor de Hermes enseña que debemos guardarnos aún de nuestros pensamientos, ya que ellos pueden conducirnos al pecado:



Cuarto mandato:



I.                     Preserva la Castidad



“Te ordeno –dijo- guardar la pureza. No des cabida en tu corazón a pensar en la mujer de otro hombre, ni en la fornicación, ni en tales cosas. Si lo haces, cometerás un serio pecado. Piensa siempre en tu mujer y nunca caerás en pecado; porque si este deseo se asoma en tu corazón, resbalarás y cometerás pecado, si algún otro pensamiento malvado entra a tu corazón. Porque, un deseo de este tipo es un serio pecado para el siervo de Dios y, si alguien pone en práctica pensamiento malvado así, acarrea muerte sobre sí. Ponte en guardia, pues: Aleja de tí este deseo. Donde mora la santidad, allí  en el corazón del hombre justo, no debe entrar la desobediencia” (El Pastor de Hermas, “Cuarto mandato: Preserva la castidad 1, 1-3).



La enseñanza bíblica y Patrística sobre el sexo fuera del matrimonio, ya sea sexo físico, viendo pornografía, o la última moda del “sexo cibernético”, puede hallarse ampliamente en todos los escritos de otros Padres de la Iglesia, tales como Juan Crisóstomo y Basilio Magno. Tocante a esto, Mateo registra las palabras de Jesús:”Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón” (Mateo 5, 28). Los teólogos de hoy día expresan de forma similar los mismos puntos de vista, como se puede apreciar en los escritos de Juan Meyendorff, Stanley Harakas, Alejandro Schmemann, y otros.



Las prohibiciones contra el sexo fuera del matrimonio vienen dadas por el hecho de que el sexo es algo sagrado y bendecido por Dios como un ingrediente bueno y necesario para la salud del matrimonio. Las manifestaciones de sexo descuidado antes o fuera del vínculo matrimonial desvalorizan y degradan por igual tanto la intimidad de la relación sexual como toda su belleza y capacidad de expresar unidad. Cristo, las Sagradas Escrituras y los Padres de la Iglesia enseñan a guardar las palabras y pensamientos de uno tanto como las acciones, ya que una conduce a la otra. Al compartir la relación sexual, una persona se hace una sola con la otra (1). Ese mutuo compartir no desaparece solamente cuando uno se dirige hacia una próxima relación. Cuando una persona tiene relación sexual, entrega completamente todo de sí al otro, y a través de la misma ambos llegan a ser uno sólo tanto! física, como emocional y espiritualmente. De modo que si alguien  ya ha tenido sexo antes del matrimonio, trae esa experiencia y un “pedazo” del otro al matrimonio. La relación sexual entonces ya no se convierte en el único vínculo de unidad compartida solamente entre el esposo y la esposa dentro del matimonio sino que ha tenido otro factor de complicación añadido y colocado entre la pareja. Con cada relación de sexo y ruptura de las relaciones, uno comienza a poner más defensas cada vez y se vuelve más cerrado como persona que piensa y siente, colocando más barreras entre y dentro del vínculo matrimonial haciendo, por tanto, más difícil y estrecha la verdadera intimidad. Es por eso que a los jóvenes se les debe instar a permanecer vírgenes hasta el matrimonio con el propósito de permitirles así un compromiso profundo y una relación sexual más íntima con su cónyuge.



“Nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponerles a ustedes ninguna carga aparte de los siguientes requisitos: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual. Bien harán ustedes si evitan estas cosas” (Hechos 15, 28-29)



“Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios” (1 Corintios 6, 18-20). 


(1) Marcos 10, 8  y 1 Corintios 6,16

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