No es sorprendente que uno de cada cuatro adolescentes se encuentre
indeciso sobre si es correcto o no tener
relaciones sexuales antes del matrimonio, dado el caso de que muchos de ellos
son constantemente inundados con mensajes e imágenes de índole sexual en sus
vidas diarias, comenzando desde los primeros años de la adolescencia. Es
notable el hecho de que solamente el 5.57 por ciento de los adolescentes, en
encuestas realizadas, pensaran que el sexo antes del matrimonio fuera correcto,
dada la difundida explotación de los jóvenes en los medios de comunicación como
objetos de sexo, y el presentar constantemente al sexo fuera del matrimonio
como algo normal y sin consecuencias. Necesitamos equipar mejor a los
adolescentes para que puedan tener una buena elección en cuanto a sexo se
refiere, y puedan ver mejor a través de la mult! itud de mensajes sexuales que
reciben a diario. Queremos que los
adolescentes se vean a sí mismos como importantes, valiosos y sagrados, a pesar
de los mensajes que, por el contrario, reciben y que tienden a degradar tanto a
los hombres como a las mujeres. Enseñarles simplemente que el sexo es malo, es
insuficiente y tiende a dejarles aún más confundidos como el por qué ellos
están experimentando sentimientos físicos y psicológicos que vienen con el
proceso de la pubertad y la adolescencia. En realidad este tipo de criterio
trae como resultado que los adolescentes sientan que ellos son malos por estar
experimentando todo esto y por sentirse atraídos hacia el sexo opuesto.
Uno de nuestros objetivos debiera ser desarrollar dentro de sus
corazones y mentes que la virginidad es algo muy bueno, algo por lo que hay que
luchar hasta el matrimonio y algo por lo que no deben avergonzarse en tener,
sino que es algo por lo que hay que estar orgulloso de guardar. Queremos que
ellos permanezcan vírgenes hasta el matrimonio no simplemente porque hicieron
lo que se les pidió: no tener sexo, sino que ellos se valoraron a sí mismos, a
la persona con quienes se van a casar, a su relación con Dios y al sexo mismo.
Los adolescentes deben ver al sexo como algo muy sagrado y bueno y, por ende,
no como un acto que se toma a la ligera. Es por eso que queremos que ellos
comprendan que las consecuencias de una relación sexual son algo que llevaran
de por vida. No olvidan esa relación ni a la persona con la que tuvieron sexo,
porque ellos entregan a la otra persona una ! parte muy especial de sí en la
unión que ocurre durante dicha relación sexual. El vínculo creado al tener sexo
con otra persona es muy real y no desaparece así por así una vez que la
relación termina.
Debemos luchar por ayudarles a permanecer vírgenes o a detener el sexo
antes del matrimonio porque nos preocupamos por ellos ahora y también por su
futura relación matrimonial. Las relaciones sexuales que ocurren fuera del
matrimonio son sacadas a la luz en el matrimonio de una u otra forma y llegan a
ser un impedimento al éxito del mismo. Alguien que ha tenido sexo fuera del
matrimonio y ha experimentado la ruptura de esa relación, con frecuencia
encuentra difícil el poder entregarse por completo y con entera libertad a la otra
persona. Cuando se rompe una relación, hay siempre una herida y un dolor en la
separación, y especialmente mucho más cuando se han visto involucradas las
relaciones sexuales de por medio. Todos nosotros, adolescentes y adultos,
construímos paredes para protegernos de heridas pasadas; las personas que han
roto relaciones tienden a ser más pr! otectoras de sus sentimientos con la
siguiente relación sentimental. El tener sexo dentro de una relación es un
acontecimiento que cambia la vida e intensifica grandemente la profundidad de
la relación y, por lo tanto, la intensidad del dolor en la separación. Ello
trae aparejado el levantar paredes cada vez más altas y más fuertes para
protegerse cuando llega la próxima relación. Deseamos que nuestros jóvenes tengan
éxito en sus matrimonios y disfruten el mismo con toda la intensidad, y esto
incluye el poder entregarse total, libre y completamente en sus relaciones
sexuales en el matrimonio. De hecho, el poder entregarse libre y completamente
a su cónyuge o pareja a través de las relaciones sexuales es importante para la
salud y el bienestar de la relación matrimonial.
Las encuestas fuertemente indican una asociación entre si los
adolescentes creen que el sexo fuera del matrimonio es correcto y si ellos se
involucran en relaciones sexuales antes del matrimonio. El lugar obvio para
comenzar la prevención de las relaciones sexuales prematrimoniales entre
adolescentes es comenzar con su postura hacia el sexo y otros temas
relacionados. Sabemos de las encuestas que los padres y el clero en general
pueden impactar profundamente en las posturas de los adolescentes con relación
al sexo prematrimonial. Por tanto, tiene sentido que los padres y los
sacerdotes trabajen juntos para discutir estos temas con los adolescentes y dialoguen
con ellos sobre cómo saber elegir en cuanto a su pureza sexual.
Se debe considerar el proporcionar oportunidades donde los
adolescentes pasen su tiempo con sus compañeros en total seguridad y puedan
aprender a comprometerse en relaciones sanas con sus compañeros del sexo
opuesto sin sentir presión a tener relaciones sexuales. Estas pueden ser
oportunidades donde tanto los adolescentes varones como las hembras se puedan
reunir en eventos donde haya una buena supervisión, libres de alcohol y otras drogas
que tienden a favorecer el sexo. De igual forma, debieran hacerse esfuerzos por
reducir lo más posible las oportunidades en las cuales los varones y las
hembras se encontraran sólos, en esas ocasiones como las citas a solas o sin
adultos en casa a la hora de la salida del colegio mientras estos trabajan.
Según las encuestas, los adolescentes que no tuvieron presencia de un
adulto en casa a la hora de la salida del colegio tuvieron más de una
posibilidad de tener una relación sexual que sus compañeros que sí tuvieron
presencia de algún adulto en casa a la hora de regresar de clases.
Los padres podrían considerar el no hablarles a sus hijos de empezar a
tener novios o novias durante su temprana edad de adolescencia, ya que
estadísticamente los jóvenes que así lo hicieron estaban más propensos a verse
involucrados en relaciones de comportamiento sexual. El número de veces en que
un joven había tenido pareja también incrementó el nivel de sexualidad activa.
Por ejemplo, el 20 por ciento de jóvenes de 13 años que tenían parejas ya
habían tenido relaciones; 8 por ciento eran de 14 años, un 7 por ciento eran de
15 años, 12 por ciento eran de 16 años, 21 por ciento eran de 17 años y un 29
por ciento eran de 18 años, De aquí se desprende que no todos los jóvenes de 18
años de edad tuvieron sexo solamente a los 18 sino a una edad temprana, y
aquellos que no habían tenido pareja durante los primeros 12 meses no tuvieron
oportunidad de sexo con la e! xcepción de los siete adolescentes, tres de los
cuales reportaron haber sido obligados a tenerlo.
Para resumir, los adultos pueden ayudar a que los jóvenes adolescentes
permanezcan vírgenes, dialogando con ellos sobre lo que es más apropiado,
apoyándoles a permanecer en castidad (virginidad), considerando el controlar
más a la hora de escoger novios o novias y proporcionándoles oportunidades
seguras donde ellos pueden relacionarse con sus compañeros del sexo opuesto,
libres de las presiones de sentir que tengan sexo. El siguiente material lo
ofrezco para ayudar a aquellos que conversan con los adolescentes sobre el tema
de la sexualidad.
El punto de vista de la Iglesia sobre el sexo antes del matrimonio
Las Sagradas Escrituras, los escritos de los Padres de la Iglesia y
los teólogos hoy en día coinciden en que el lugar que les corresponde a las
relaciones sexuales se halla solamente dentro del matrimonio. Las que se
realizan fuera del mismo tratan de expresar una relación y una unión que no
existe, algo que es evidente en todos esos tipos de relaciones.
Las relaciones sexuales son vistas como algo bueno y necesario dentro
del matrimonio, como una expresión de unidad y compromiso entre el esposo y la
esposa y nada de esto existe fuera del matrimonio. Lo que aquí escribo sobre el
sexo premarital o prematrimonial también se aplica al sexo fuera del propio
matrimonio de uno y de hecho las relaciones extramatrimoniales traen como
consecuencia la ruptura del compromiso del matrimonio y la unidad del mismo,
ruptura esta que es con frecuencia irreparable.
Las Sagradas Escrituras abundan en prohibiciones contra las relaciones
sexuales antes del matrimonio y no porque, como algunos dirían, “Dios no quiere
que la pasemos bien”, sino porque Dios nos ama, nos comprende, y sabe que tales
relaciones solamente traen daño, tristeza y rompimiento. En el evangelio de
Mateo, Jesús habla sobre la fornicación (relaciones sexuales fuera del
matrimonio, también consideradas como inmoralidad sexual):
“Jesús llamó a la multitud y dijo:
_Escuchen y entiendan. Lo que contamina
a una persona no es lo que entra en la boca sino lo que sale de ella.
Entonces se le acercaron los discípulos
y le dijeron:
_ ¿Sabes que los fariseos se escandalizaron
al oír eso?
_Toda planta que mi Padre celestial no
haya plantado será arrancada de raíz –les respondió-. Déjenlos; son guías
ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en un hoyo.
_Explícanos la comparación –le pidió
Pedro
_ ¿También ustedes son todavía tan torpes? – les dijo Jesús-. ¿No se
dan cuenta de que todo lo que entra en la boca va al estómago y después se echa
en la letrina? Pero lo que sale de la boca viene del corazón y contamina a la
persona. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los
adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las
calumnias. Éstas son las cosas que contaminan a la persona, y no el comer sin
lavarse las manos” (Mateo 15, 10-20).
San Pablo escribe en Gálatas:
“Les hablo así, hermanos, porque ustedes han sido llamados a ser
libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus
pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor. En efecto, toda la ley se
resume en un sólo mandamiento:<<Ama a tu prójimo como a tí mismo>>.
Pero si siguen mordiéndose y devorándose, tengan cuidado, no sea que acaben por
destruirse unos a otros. Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán
los deseos de la naturaleza pecaminosa. Porque ésta desea lo que es contrario
al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen
entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. Pero si los guía
el Espíritu, no están bajo la ley. Las obras de la naturaleza pecaminosa se
conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje, idolatría y brujería,
odio, discordia, celos, arr! ebatos de ira, rivalidades, disensiones,
sectarismos y envidia, borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les
advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas, no
heredarán el reino de Dios. En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría,
paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No
hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la
naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida,
andemos guiados por el Espíritu. No dejemos que la vanidad nos lleve a
irritarnos y a envidiarnos unos a otros” (Gálatas 5, 13-26).
Y en Efesios, Pablo escribe:
“Por tanto, hermanos, imiten a Dios, como hijos muy amados, y lleven
una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como
ofrenda y sacrificio fragante para Dios. Entre ustedes ni siquiera debe
mencionarse la inmoralidad sexual, ni ninguna clase de impureza o de avaricia,
porque eso no es propio del pueblo santo de Dios. Tampoco debe haber palabras
indecentes, conversaciones necias ni chistes groseros, todo lo cual está fuera
de lugar; haya más bien acción de gracias. Porque pueden estar seguros de que
nadie que sea avaro (es decir, idólatra), inmoral o impuro tendrá herencia en
el reino de Cristo y de Dios. Que nadie los engañe con argumentaciones vanas,
porque por esto viene el castigo de Dios sobre los que viven en la
desobediencia. Así que no se hagan cómplices de ellos. Porque ustedes antes
eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan! como hijos de luz (el
fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) y comprueben lo que
agrada al Señor. No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la
oscuridad, sino más bien denúncienlas, porque da vergüenza aún mencionar lo que
los desobedientes hacen en secreto. Pero todo lo que la luz pone al descubierto
se hace visible” (Efesios 5, 1-13).
También los escritos de los Apóstoles previenen contra la fornicación:
“Hijo mío, huye de toda la perversidad y de cosa que se parezca. No te
enojes, porque el enojo conduce al asesinato. No seas celoso, ni pendenciero,
ni te irrites, porque de estas cosas provienen los homicidios. Hijo mío, no des
cabida a los malos deseos, porque ellos conducen a la fornicación. Y no uses
lenguaje obsceno ni mires a otros con ojos de lascivia, porque de estas cosas
vienen los adulterios” (Didaché o Enseñanzas de los Apóstoles, cap.
3:1-3)
El Pastor de Hermes enseña que debemos guardarnos aún de nuestros
pensamientos, ya que ellos pueden conducirnos al pecado:
Cuarto mandato:
I.
Preserva
la Castidad
“Te ordeno –dijo- guardar la pureza. No des cabida en tu corazón a
pensar en la mujer de otro hombre, ni en la fornicación, ni en tales cosas. Si
lo haces, cometerás un serio pecado. Piensa siempre en tu mujer y nunca caerás
en pecado; porque si este deseo se asoma en tu corazón, resbalarás y cometerás
pecado, si algún otro pensamiento malvado entra a tu corazón. Porque, un deseo
de este tipo es un serio pecado para el siervo de Dios y, si alguien pone en
práctica pensamiento malvado así, acarrea muerte sobre sí. Ponte en guardia,
pues: Aleja de tí este deseo. Donde mora la santidad, allí en el corazón del hombre justo, no debe
entrar la desobediencia” (El Pastor de Hermas, “Cuarto mandato: Preserva la
castidad 1, 1-3).
La enseñanza bíblica y Patrística sobre el sexo fuera del matrimonio,
ya sea sexo físico, viendo pornografía, o la última moda del “sexo
cibernético”, puede hallarse ampliamente en todos los escritos de otros Padres
de la Iglesia, tales como Juan Crisóstomo y Basilio Magno. Tocante a esto, Mateo
registra las palabras de Jesús:”Pero yo les digo que cualquiera que mira a una
mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón” (Mateo 5,
28). Los teólogos de hoy día expresan de forma similar los mismos puntos de
vista, como se puede apreciar en los escritos de Juan Meyendorff, Stanley
Harakas, Alejandro Schmemann, y otros.
Las prohibiciones contra el sexo fuera del matrimonio vienen dadas por
el hecho de que el sexo es algo sagrado y bendecido por Dios como un
ingrediente bueno y necesario para la salud del matrimonio. Las manifestaciones
de sexo descuidado antes o fuera del vínculo matrimonial desvalorizan y
degradan por igual tanto la intimidad de la relación sexual como toda su
belleza y capacidad de expresar unidad. Cristo, las Sagradas Escrituras y los
Padres de la Iglesia enseñan a guardar las palabras y pensamientos de uno tanto
como las acciones, ya que una conduce a la otra. Al compartir la relación
sexual, una persona se hace una sola con la otra (1). Ese mutuo compartir no
desaparece solamente cuando uno se dirige hacia una próxima relación. Cuando
una persona tiene relación sexual, entrega completamente todo de sí al otro, y
a través de la misma ambos llegan a ser uno sólo tanto! física, como emocional
y espiritualmente. De modo que si alguien
ya ha tenido sexo antes del matrimonio, trae esa experiencia y un
“pedazo” del otro al matrimonio. La relación sexual entonces ya no se convierte
en el único vínculo de unidad compartida solamente entre el esposo y la esposa
dentro del matimonio sino que ha tenido otro factor de complicación añadido y
colocado entre la pareja. Con cada relación de sexo y ruptura de las
relaciones, uno comienza a poner más defensas cada vez y se vuelve más cerrado
como persona que piensa y siente, colocando más barreras entre y dentro del
vínculo matrimonial haciendo, por tanto, más difícil y estrecha la verdadera
intimidad. Es por eso que a los jóvenes se les debe instar a permanecer
vírgenes hasta el matrimonio con el propósito de permitirles así un compromiso
profundo y una relación sexual más íntima con su cónyuge.
“Nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponerles a
ustedes ninguna carga aparte de los siguientes requisitos: abstenerse de
lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de carne de animales estrangulados y de
la inmoralidad sexual. Bien harán ustedes si evitan estas cosas” (Hechos 15,
28-29)
“Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una
persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades
sexuales peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo
del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de
Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por
tanto, honren con su cuerpo a Dios” (1 Corintios 6, 18-20).
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