“Más el consolador,
el Espíritu Santo,...él les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo
que yo les he dicho” (Ioh. 14:26.)
“Pero cuando venga
el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad;... les hará saber todas
las cosas que habrán de venir. Él me glorificará...” (Ioh. 16:13)
Introducción
Al tratar el tema que tenemos por delante, sublime y
sagrado, profundo y precioso como es, tenemos que confesar que ningún santo puede
explicar completamente, ni para sí ni para otros, el papel total del Espíritu
sobre la Iglesia. Personalmente podemos experimentar su poder y podemos ser
testigos de su obra en otras vidas y a través de ellas, pero lo que nos
propongamos llegar a conocer será siempre superior a nuestra capacidad de
comprensión. Por eso cualquier exposición de la obra y personalidad del
Espíritu Santo es más o menos imperfecta debido a nuestra incapacidad de
describir la forma correcta de nuestra experiencia.
Es imposible que en unas cuántas páginas pueda plasmar
el papel del Espíritu Santo en la Iglesia, por lo tanto solo abarcare en el
presente trabajo, el papel del Espíritu
Santo en la iglesia y sus principales papeles.
¿Cuál es el
papel del Espíritu Santo en la Iglesia?
Según yo no es un solo papel el que juega y ha jugado el Espíritu Santo,
sino varios, los principales son:
1. Inicia y constituye la Iglesia
La iglesia se inició el día de Pentecostés[1], esta fecha representa el
nacimiento de la iglesia, y ese día es irrepetible. La iglesia no fue
instituida por una organización, gobierno o esfuerzo humano. Está unida a
Cristo por la obra del Espíritu Santo. En la actualidad, el Espíritu regenera a
los que creen y los introduce en la iglesia mediante el bautismo del Espíritu
Santo[2].
2. Convierte la Iglesia en Templo de Dios
No es solo cada creyente individual un templo del
Espíritu Santo[3],
sino todos los redimidos, como piedras vivas, formamos parte de una “casa
espiritual”[4];
“morada de Dios en el Espíritu”[5]; y “templo del Dios
viviente”[6]. Esto nos debe hacer
reflexionar sobre los privilegios y la santidad de la iglesia, pero a la vez,
la tremenda responsabilidad que eso implica para todos los que la componemos
¡Qué dignidad la nuestra!
3. Asegura la Unidad de la Iglesia
Esto ya lo vimos en 1 Corintios 12:13. Así como en el
día de Pentecostés, un grupo de individuos fue convertido en un cuerpo, hoy, el
Espíritu en la iglesia y en cada miembro, une a Dios[7]. El fundamento de esa
unidad se ve en Efesios 4:4-6. Este es el único “ecumenismo” que Dios reconoce,
ya que existe y no necesita de ninguna organización humana, pues es un organismo
espiritual vivo. No se trata de uniformidad, sino de unidad en la diversidad.
4. Rige la Acción de la Iglesia
La iglesia debe reconocer siempre la soberanía de
Espíritu en todo. El libro de los Hechos nos señala el establecimiento y la
extensión de la iglesia, revelando así no solo la presencia del Espíritu Santo,
sino también su dirección y gobierno. Así le vemos llamando a los siervos para
servir a Dios[8];
guiándoles y sosteniéndoles en su ministerio[9]; inspirando sus decisiones[10]; y asegurándose de que
las iglesias locales tuvieran ancianos[11].
5. Impulsa la Comunión
En dos lugares del Nuevo Testamento leemos acerca de
la “comunión del Espíritu Santo”[12]. Es la comunión que el Espíritu
Santo crea en todos aquellos que han aceptado a Cristo como su Salvador
personal. No es meramente el resultado de juntarse unos cuantos que sienten lo
mismo, atraídos por un interés común. Es el resultado de la acción del mismo
Espíritu de Dios. No es producto del esfuerzo del hombre sino de la actividad
sobrenatural del Espíritu.
6. Otorga dones a la Iglesia
Como los miembros del cuerpo humano están colocados de
tal modo que puedan ejercer su función propia, así en el cuerpo de Cristo cada miembro
ha recibido dones determinados por el Espíritu para que pueda cumplir
adecuadamente con su misión específica en el mismo[13].
7. Enseña y Dirige
El Espíritu Santo por un lado nos proporciona
instrucción y enseñanza y por el otro guía y orientación. Debemos notar:
a.
Que debido a
nuestra ignorancia es indispensable la docencia y dirección del Espíritu Santo
en la vida de la iglesia.
b.
La docencia del
Espíritu Santo es:
a.
Según las
Escrituras, el recurso que emplea es eminentemente la Palabra de Dios.
b.
Una realidad
patente por el compromiso del Señor con los suyos[14].
c.
Responsabilidad
nuestra ya que no debemos apoyarnos en nuestra propia sabiduría[15].
c.
La dirección del
Espíritu. El Espíritu quiere tomar el timón del individuo y de la congregación.
a.
Las circunstancias
de su dirección. Nos guía en cada esfera de la vida y el servicio[16].
b.
La claridad de su
dirección. Normalmente es a través de su Palabra, pero también por las
circunstancias[17] y
el sentido común santificado[18].
c.
Las condiciones
para su dirección. Estas son una actitud dispuesta y un abandono de la voluntad
propia[19].
8. Extiende la Iglesia mediante la Evangelización
Para poder cumplir la gran comisión, la presencia del
Espíritu Santo es esencial[20]. Es el agente indispensable
o insustituible de todo verdadero evangelismo. En todo momento los apóstoles
desempeñaron su misión en el poder del Espíritu Santo. Además de guiar a sus
siervos en cuanto a cuándo, dónde y cómo evangelizar, la intervención del
Espíritu Santo es necesaria para:
a.
Iluminar la mente y
el entendimiento de los incrédulos para que puedan ver la verdad y creer en
ella[21].
b.
Convencer de pecado. Nosotros trabajamos desde
fuera, pero Él desde adentro[22]. Habla tanto a la conciencia
como al corazón.
c.
Regenerar el alma[23]. Nosotros no podemos
lograr ese milagro.
d.
Introducir el alma
a la iglesia mediante su bautismo[24].
9. Contribuye al Crecimiento de la Iglesia
El Espíritu comunica a aquellos que testifican del
Señor su poder y sabiduría. Obra en las almas, según lo visto en el punto
anterior, y luego hace que esos creyentes crezcan en fe y santificación. Es por
la intervención suya y no por el esfuerzo humano que la iglesia crece. Por más recursos con que se cuente de
personal, medios, organización, etc., esto no obtendrá progreso en la obra si
no opera el Espíritu[25].
10. Revela la Verdad
Solo el Espíritu sabe traducir y aplicar las cosas y
verdades de Dios a la vida y experiencia de los creyentes[26]. Y eso es precisamente lo
que permite a la iglesia, y en especial a los ancianos de la misma, tomar
decisiones acertadas[27]. Siete veces en
Apocalipsis 2 y 3 dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias.” Aún hoy sigue hablando a las iglesias, ¡que tengamos oídos dispuestos
para recibir ese mensaje!
11. Inspira la Adoración y la Dirige
La adoración se debe ofrecer “en espíritu y en
verdad”, por eso no puede ser efecto de la actividad humana sino de la acción
de Espíritu. En Filipenses 3:3 en el original dice: “Los que por medio del
Espíritu de Dios adoramos.”[28]. Esto debe de
manifestarse en especial en la Cena del Señor. Como en la iglesia apostólica,
no debe haber un frío formalismo, ni tampoco un programa estereotipado o ritual
que haya de seguirse. Pero tampoco debe haber excesos como los que se
manifestaban en la iglesia en Corinto.
12. Trabaja para la Cabeza que es Cristo
El papel o rol del Espíritu Santo no es hablar de sí
mismo sino de glorificar a Cristo[29], quien con su propia
sangre compró la iglesia, y es su cabeza[30]. Su misión se parece a la
de Eliézer, el siervo de Abraham[31] de preparar a la iglesia
como la novia o esposa para encontrarse con el esposo. Eliézer no habló de sí mismo,
sino del hijo de su amo. El Espíritu cautiva el corazón de la iglesia no
hablándole de sí mismo sino del Esposo, y la llena de dones que anticipan su
gloria y gozo celestial[32]. Además el Espíritu Santo
despierta y aviva en la iglesia el anhelo por la segunda venida del Señor[33].
Lamentablemente la acción y el ministerio del Espíritu
Santo pueden ser estorbados y obstaculizados por nuestra ignorancia[34]; nuestra incredulidad[35]; nuestro pecado que lo
contrista[36];
la falta de combustible espiritual (como la oración, la lectura de la Palabra,
la comunión, etc.) que la apagan[37]. Cabe destacar que el
contexto aquí se refiere a las reuniones de la iglesia, no a las vidas
individuales, aunque no hacemos mal en aplicar esto también así[38]. Que no suceda esto en
nuestra propia iglesia local.
Conclusión
La presencia del Espíritu Santo en la iglesia es
activa y soberana, su poder es dinámico y es directriz. Al haber estudiado el papel
del Espíritu Santo en la iglesia y comprendido su vital importancia, su ministerio
al que hemos sido llamados llegue a ser real y práctico en cada una de las
iglesias en las que nos reunimos, tratando de no estorbar y obstaculizar su
acción.
Bibliografía
BIBLIA DE JERUSALÉN. Editorial
española Desclée de Brouwer. Bilbao,
2009.
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