viernes, 14 de octubre de 2011

El Espíritu Santo y su papel en la Iglesia




“Más el consolador, el Espíritu Santo,...él les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que yo les he dicho” (Ioh. 14:26.)

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad;... les hará saber todas las cosas que habrán de venir. Él me glorificará...” (Ioh. 16:13)






Introducción



Al tratar el tema que tenemos por delante, sublime y sagrado, profundo y precioso como es, tenemos que confesar que ningún santo puede explicar completamente, ni para sí ni para otros, el papel total del Espíritu sobre la Iglesia. Personalmente podemos experimentar su poder y podemos ser testigos de su obra en otras vidas y a través de ellas, pero lo que nos propongamos llegar a conocer será siempre superior a nuestra capacidad de comprensión. Por eso cualquier exposición de la obra y personalidad del Espíritu Santo es más o menos imperfecta debido a nuestra incapacidad de describir la forma correcta de nuestra experiencia.



Es imposible que en unas cuántas páginas pueda plasmar el papel del Espíritu Santo en la Iglesia, por lo tanto solo abarcare en el presente trabajo, el papel  del Espíritu Santo en la iglesia y sus principales papeles.







¿Cuál es el papel del Espíritu Santo en la Iglesia?



Según yo no es un solo papel el que juega y ha jugado el Espíritu Santo, sino varios, los principales son:





1.     Inicia y constituye la Iglesia



La iglesia se inició el día de Pentecostés[1], esta fecha representa el nacimiento de la iglesia, y ese día es irrepetible. La iglesia no fue instituida por una organización, gobierno o esfuerzo humano. Está unida a Cristo por la obra del Espíritu Santo. En la actualidad, el Espíritu regenera a los que creen y los introduce en la iglesia mediante el bautismo del Espíritu Santo[2].



2.     Convierte la Iglesia en Templo de Dios



No es solo cada creyente individual un templo del Espíritu Santo[3], sino todos los redimidos, como piedras vivas, formamos parte de una “casa espiritual”[4]; “morada de Dios en el Espíritu”[5]; y “templo del Dios viviente”[6]. Esto nos debe hacer reflexionar sobre los privilegios y la santidad de la iglesia, pero a la vez, la tremenda responsabilidad que eso implica para todos los que la componemos ¡Qué dignidad la nuestra!







3.     Asegura la Unidad de la Iglesia



Esto ya lo vimos en 1 Corintios 12:13. Así como en el día de Pentecostés, un grupo de individuos fue convertido en un cuerpo, hoy, el Espíritu en la iglesia y en cada miembro, une a Dios[7]. El fundamento de esa unidad se ve en Efesios 4:4-6. Este es el único “ecumenismo” que Dios reconoce, ya que existe y no necesita de ninguna organización humana, pues es un organismo espiritual vivo. No se trata de uniformidad, sino de unidad en la diversidad.



4.     Rige la Acción de la Iglesia



La iglesia debe reconocer siempre la soberanía de Espíritu en todo. El libro de los Hechos nos señala el establecimiento y la extensión de la iglesia, revelando así no solo la presencia del Espíritu Santo, sino también su dirección y gobierno. Así le vemos llamando a los siervos para servir a Dios[8]; guiándoles y sosteniéndoles en su ministerio[9]; inspirando sus decisiones[10]; y asegurándose de que las iglesias locales tuvieran ancianos[11].



5.     Impulsa la Comunión



En dos lugares del Nuevo Testamento leemos acerca de la “comunión del Espíritu Santo”[12]. Es la comunión que el Espíritu Santo crea en todos aquellos que han aceptado a Cristo como su Salvador personal. No es meramente el resultado de juntarse unos cuantos que sienten lo mismo, atraídos por un interés común. Es el resultado de la acción del mismo Espíritu de Dios. No es producto del esfuerzo del hombre sino de la actividad sobrenatural del Espíritu.



6.     Otorga dones a la Iglesia



Como los miembros del cuerpo humano están colocados de tal modo que puedan ejercer su función propia, así en el cuerpo de Cristo cada miembro ha recibido dones determinados por el Espíritu para que pueda cumplir adecuadamente con su misión específica en el mismo[13].



7.     Enseña y Dirige



El Espíritu Santo por un lado nos proporciona instrucción y enseñanza y por el otro guía y orientación. Debemos notar:

a.                   Que debido a nuestra ignorancia es indispensable la docencia y dirección del Espíritu Santo en la vida de la iglesia.

b.                  La docencia del Espíritu Santo es:

a.     Según las Escrituras, el recurso que emplea es eminentemente la Palabra de Dios.

b.    Una realidad patente por el compromiso del Señor con los suyos[14].

c.     Responsabilidad nuestra ya que no debemos apoyarnos en nuestra propia sabiduría[15].

c.                   La dirección del Espíritu. El Espíritu quiere tomar el timón del individuo y de la congregación.

a.     Las circunstancias de su dirección. Nos guía en cada esfera de la vida y el servicio[16].

b.    La claridad de su dirección. Normalmente es a través de su Palabra, pero también por las circunstancias[17] y el sentido común santificado[18].

c.     Las condiciones para su dirección. Estas son una actitud dispuesta y un abandono de la voluntad propia[19].



8.     Extiende la Iglesia mediante la Evangelización



Para poder cumplir la gran comisión, la presencia del Espíritu Santo es esencial[20]. Es el agente indispensable o insustituible de todo verdadero evangelismo. En todo momento los apóstoles desempeñaron su misión en el poder del Espíritu Santo. Además de guiar a sus siervos en cuanto a cuándo, dónde y cómo evangelizar, la intervención del Espíritu Santo es necesaria para:



a.            Iluminar la mente y el entendimiento de los incrédulos para que puedan ver la verdad y creer en ella[21].

b.            Convencer de pecado. Nosotros trabajamos desde fuera, pero Él desde adentro[22]. Habla tanto a la conciencia como al corazón.

c.            Regenerar el alma[23]. Nosotros no podemos lograr ese milagro.

d.           Introducir el alma a la iglesia mediante su bautismo[24].



9.     Contribuye al Crecimiento de la Iglesia



El Espíritu comunica a aquellos que testifican del Señor su poder y sabiduría. Obra en las almas, según lo visto en el punto anterior, y luego hace que esos creyentes crezcan en fe y santificación. Es por la intervención suya y no por el esfuerzo humano que la iglesia crece.  Por más recursos con que se cuente de personal, medios, organización, etc., esto no obtendrá progreso en la obra si no opera el Espíritu[25].



10.  Revela la Verdad



Solo el Espíritu sabe traducir y aplicar las cosas y verdades de Dios a la vida y experiencia de los creyentes[26]. Y eso es precisamente lo que permite a la iglesia, y en especial a los ancianos de la misma, tomar decisiones acertadas[27]. Siete veces en Apocalipsis 2 y 3 dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” Aún hoy sigue hablando a las iglesias, ¡que tengamos oídos dispuestos para recibir ese mensaje!



11.  Inspira la Adoración y la Dirige



La adoración se debe ofrecer “en espíritu y en verdad”, por eso no puede ser efecto de la actividad humana sino de la acción de Espíritu. En Filipenses 3:3 en el original dice: “Los que por medio del Espíritu de Dios adoramos.”[28]. Esto debe de manifestarse en especial en la Cena del Señor. Como en la iglesia apostólica, no debe haber un frío formalismo, ni tampoco un programa estereotipado o ritual que haya de seguirse. Pero tampoco debe haber excesos como los que se manifestaban en la iglesia en Corinto.



12.  Trabaja para la Cabeza que es Cristo



El papel o rol del Espíritu Santo no es hablar de sí mismo sino de glorificar a Cristo[29], quien con su propia sangre compró la iglesia, y es su cabeza[30]. Su misión se parece a la de Eliézer, el siervo de Abraham[31] de preparar a la iglesia como la novia o esposa para encontrarse con el esposo. Eliézer no habló de sí mismo, sino del hijo de su amo. El Espíritu cautiva el corazón de la iglesia no hablándole de sí mismo sino del Esposo, y la llena de dones que anticipan su gloria y gozo celestial[32]. Además el Espíritu Santo despierta y aviva en la iglesia el anhelo por la segunda venida del Señor[33].



Lamentablemente la acción y el ministerio del Espíritu Santo pueden ser estorbados y obstaculizados por nuestra ignorancia[34]; nuestra incredulidad[35]; nuestro pecado que lo contrista[36]; la falta de combustible espiritual (como la oración, la lectura de la Palabra, la comunión, etc.) que la apagan[37]. Cabe destacar que el contexto aquí se refiere a las reuniones de la iglesia, no a las vidas individuales, aunque no hacemos mal en aplicar esto también así[38]. Que no suceda esto en nuestra propia iglesia local.



Conclusión



La presencia del Espíritu Santo en la iglesia es activa y soberana, su poder es dinámico y es directriz. Al haber estudiado el papel del Espíritu Santo en la iglesia y comprendido su vital importancia, su ministerio al que hemos sido llamados llegue a ser real y práctico en cada una de las iglesias en las que nos reunimos, tratando de no estorbar y obstaculizar su acción.





Bibliografía



BIBLIA DE JERUSALÉN. Editorial española Desclée de Brouwer. Bilbao, 2009.









[1] Hch. 2
[2] Ioh. 3:5; Ro. 8:9; 1 Co.12:13
[3] 1Co. 6:19
[4] 1 P. 2:5
[5] Ef. 2:22
[6] 2 Co. 6:16
[7] Ef. 4:3
[8] Hch. 13:2
[9] Hch. 13:4,9; 16:6,7
[10] Hch.15:28
[11] Hch. 20:28
[12] 2 Co. 13:14; Fil. 2:1
[13] 1 Co. 12:11
[14] Ioh. 14:26
[15] Pr. 3:5,6
[16] Hch. 8:26,29; 10:19,20
[17] Hch. 16:6-10
[18] Hch. 15:28
[19] Ro. 8:14
[20] Ioh.15:26,27; Lc. 24:49; Hch. 1:4,8
[21] 2 Co. 4:4,6
[22] Ioh.16:8,9
[23] Ioh. 6:63; Ez. 37:9; Tit. 3:5
[24] Hch. 2:47; 1 Co. 12:13
[25] Hch.9:31
[26] Ioh. 16:13; 1 Co. 2:10-12
[27] Hch. 15:14-28
[28] Vea tambien Ro. 8:26,27; 1 Co. 12:3; Ef. 2:18; 6:18
[29] Ioh. 16:14
[30] Ef. 1:22,23; 5:23
[31] Gn. 24
[32] Ef. 1:13,14
[33] Ap. 22:17,20
[34] Hch. 19:2
[35] He. 3:7-14
[36] Ef.4:30
[37] 1 Ts. 5:19
[38] Pr. 26:20ª

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